Los escritos de Urantia en línea
Los escritos de Urantia
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PARTE I: EL UNIVERSO CENTRAL Y LOS SUPRAUNIVERSOS
000 Prólogo
001 El Padre Universal
002 La naturaleza de Dios
003 Los atributos de Dios
004 La relación de Dios con el universo
005 La relación individual de Dios con los mortales
006 El Hijo Eterno
007 La relación del Hijo Eterno con el universo
008 El Espíritu Infinito
009 La relación del Espíritu Infinito con el universo
010 La Trinidad del Paraíso
011 La Isla eterna del Paraíso
012 El universo de los universos
013 Las esferas sagradas del Paraíso
014 El universo central y divino
015 Los siete suprauniversos
016 Los siete espíritus mayores
017 Los siete grupos de espíritus supremos
018 Los seres personales supremos de la Trinidad
019 Seres correlacionados de origen en la Trinidad
020 Los hijos de Dios del Paraíso
021 Los hijos creadores del Paraíso
022 Los hijos de Dios trinitizados
023 Los mensajeros solitarios
024 Los seres personales superiores del Espíritu Infinito
025 Las multitudes de mensajeros del espacio
026 Los espíritus servidores del universo central
027 El ministerio de los supernafines primarios
028 Los espíritus servidores de los suprauniversos
029 Los directores de la potencia del universo
030 Los seres personales del gran universo
031 El colectivo final
PARTE II: EL UNIVERSO LOCAL
032 Evolución de los universos locales
033 La administración del universo local
034 El espíritu materno del universo local
035 Los hijos de Dios de los universos locales
036 Los portadores de vida
037 Los seres personales del universo local
038 Los espíritus servidores del universo local
039 Las multitudes seráficas
040 Los hijos ascendentes de Dios
041 Aspectos físicos del universo local
042 Energía, mente y materia
043 Las constelaciones
044 Los artesanos celestiales
045 La administración del sistema local
046 La sede del sistema local
047 Los siete mundos de las moradas
048 La vida morontial
049 Los mundos habitados
050 Los príncipes planetarios
051 Los adanes planetarios
052 Épocas planetarias de los mortales
053 La rebelión de Lucifer
054 Los problemas de la rebelión de Lucifer
055 Las esferas de luz y vida
056 La unidad universal
PARTE III: LA HISTORIA DE URANTIA
057 El origen de Urantia
058 Establecimiento de la vida en Urantia
059 La era de la vida marina en Urantia
060 Urantia durante la era de la vida terrestre primitiva
061 La era de los mamíferos en Urantia
062 Las razas precursoras del hombre primitivo
063 La primera familia humana
064 Las razas evolutivas de color
065 La acción directiva sobre la evolución
066 El príncipe planetario de Urantia
067 La rebelión planetaria
068 Los albores de la civilización
069 Instituciones humanas primitivas
070 Evolución del gobierno humano
071 El desarrollo del estado
072 El gobierno de un planeta vecino
073 El Jardín de Edén
074 Adán y Eva
075 La transgresión de Adán y de Eva
076 El segundo jardín
077 Las criaturas intermedias
078 La raza violeta después de los días de Adán
079 La expansión andita en Oriente
080 La expansión andita en Occidente
081 Desarrollo de la civilización moderna
082 Evolución del matrimonio
083 La institución del matrimonio
084 Matrimonio y vida familiar
085 Orígenes de la adoración
086 Evolución temprana de la religión
087 El culto a los espectros
088 Fetiches, amuletos y magia
089 Pecado, sacrificio y expiación
090 Chamanismo: Curanderos y sacerdotes
091 Evolución de la oración
092 Evolución posterior de la religión
093 Maquiventa Melquisedec
094 Las enseñanzas de Melquisedec en Oriente
095 Las enseñanzas de Melquisedec en el Levante
096 Yahvé, el Dios de los hebreos
097 Evolución del concepto de Dios entre los hebreos
098 Las enseñanzas de Melquisedec en Occidente
099 Los problemas sociales de la religión
100 La religión en la experiencia humana
101 Naturaleza real de la religión
102 Fundamentos de la fe religiosa
103 La realidad de la experiencia religiosa
104 Expansión del concepto de la Trinidad
105 Deidad y realidad
106 Los niveles de la realidad del universo
107 Origen y naturaleza de los modeladores del pensamiento
108 Misión y ministerio de los modeladores del pensamiento
109 Relación de los modeladores con las criaturas del universo
110 Relación de los modeladores con el ser humano
111 El modelador y el alma
112 La supervivencia del ser personal
113 Los guardianes seráficos del destino
114 El gobierno planetario seráfico
115 El Ser Supremo
116 El Todopoderoso Supremo
117 El Dios Supremo
118 El Supremo y el Último —el tiempo y el espacio—
119 Los ministerios de gracia de Cristo Miguel
PARTE IV: VIDA Y ENSEÑANZAS DE JESÚS
120 El ministerio de gracia de Miguel en Urantia
121 La época del ministerio de gracia de Miguel
122 Nacimiento e infancia de Jesús
123 Niñez temprana de Jesús
124 Niñez tardía de Jesús
125 Jesús en Jerusalén
126 Los dos años cruciales
127 Sus años adolescentes
128 Edad adulta temprana de Jesús
129 Vida adulta posterior de Jesús
130 De camino a Roma
131 Las religiones del mundo
132 Estancia en Roma
133 Regreso de Roma
134 Los años de transición
135 Juan el Bautista
136 El bautismo y los cuarenta días
137 Tiempo de espera en Galilea
138 Formación de los mensajeros del reino
139 Los doce apóstoles
140 La ordenación de los doce
141 Inicio de la labor pública
142 En la Pascua de Jerusalén
143 A través de Samaria
144 En Gilboa y en la Decápolis
145 Cuatro días memorables en Cafarnaúm
146 El primer viaje de predicación por Galilea
147 Un paréntesis en su labor para visitar Jerusalén
148 Formación de los evangelistas en Betsaida
149 El segundo viaje de predicación
150 El tercer viaje de predicación
151 Estancia y enseñanzas junto al mar
152 Los sucesos que desembocaron en la crisis de Cafarnaúm
153 La crisis de Cafarnaúm
154 Últimos días en Cafarnaúm
155 Huida por el norte de Galilea
156 Estancia en Tiro y Sidón
157 En Cesarea de Filipo
158 El monte de la transfiguración
159 Viaje por la Decápolis
160 Rodán de Alejandría
161 Otras conversaciones con Rodán
162 En la fiesta de los Tabernáculos
163 La ordenación de los setenta en Magadán
164 En la fiesta de la Dedicación
165 Comienza la misión de Perea
166 Última visita al norte de Perea
167 Visita a Filadelfia
168 La resurrección de Lázaro
169 Últimas enseñanzas en Pella
170 El reino de los cielos
171 De camino a Jerusalén
172 Entrada en Jerusalén
173 Lunes en Jerusalén
174 Martes por la mañana en el templo
175 El último discurso en el templo
176 En el monte de los Olivos, a última hora de la tarde del martes
177 Miércoles, día de descanso
178 Último día en el campamento
179 La última cena
180 El discurso de despedida
181 Consejos y advertencias finales
182 En Getsemaní
183 Traición y arresto de Jesús
184 Ante el tribunal del sanedrín
185 El juicio ante Pilato
186 Justo antes de la crucifixión
187 La crucifixión
188 El tiempo en la tumba
189 La resurrección
190 Las apariciones morontiales de Jesús
191 Apariciones a los apóstoles y a otros líderes
192 Apariciones en Galilea
193 Últimas apariciones y ascensión
194 La dádiva del espíritu de la verdad
195 Tras Pentecostés
196 La fe de Jesús
Escrito 5
La relación individual de Dios con los mortales
5:0.1 (62.1) Si la mente finita del hombre es incapaz de comprender cómo un Dios tan grande y majestuoso como el Padre Universal puede descender de su morada eterna de perfección infinita para fraternizar individualmente con la criatura humana, se hace preciso, entonces, que tal intelecto finito deposite su certeza de esta compañía divina en el hecho verdadero de que una fracción del Dios vivo mora en el intelecto de todo mortal de Urantia de mente normal y conciencia moral. Los modeladores del pensamiento que moran en el hombre forman parte de la Deidad eterna del Padre del Paraíso. El hombre no ha de ir más allá de su propia contemplación interna de esta presencia espiritualmente real de su alma para encontrar a Dios e intentar la comunión con él.
5:0.2 (62.2) Dios ha distribuido la infinitud de su naturaleza eterna entre las realidades existenciales de sus seis absolutos de igual rango, pero él puede, en cualquier momento, establecer un contacto personal directo con cualquier parte o faceta o tipo de creación por mediación de fracciones prepersonales de sí mismo. Y el Dios Eterno también se ha reservado la prerrogativa de otorgar el ser personal a los creadores divinos y a las criaturas vivas del universo de los universos, aunque se reserva además la prerrogativa de mantener, mediante la vía circulatoria del ser personal, el contacto directo y paterno con todos estos seres personales.
1. ACERCAMIENTO A DIOS
5:1.1 (62.3) La incapacidad de la criatura finita para acercarse al Padre infinito es consustancial no a una actitud distante del Padre, sino a la finitud y a las limitaciones materiales de los seres creados. La magnitud de la diferencia espiritual entre el ser personal más elevado que existe en el universo y los órdenes más modestos de inteligencias creadas resulta inconcebible. Si fuera posible transportar al instante a las inteligencias más modestas ante la presencia misma del Padre, no se darían cuenta de que estaban allí. Estarían tan ajenas a la presencia del Padre Universal como lo están donde se encuentran ahora. El hombre mortal ha de recorrer un largo, largo camino antes de que pueda, de manera consecuente y dentro de unos límites, conseguir el privilegio de poder estar ante la presencia del Padre Universal del Paraíso. Espiritualmente, es preciso que el hombre se haya trasladado muchas veces antes de poder alcanzar ese grado de visión espiritual que le permita ver tan siquiera a uno de los siete espíritus mayores.
5:1.2 (62.4) Nuestro Padre no está oculto ni se encuentra recluido de forma arbitraria. Él ha puesto en ejecución los recursos de su sabiduría divina en un interminable esfuerzo por revelarse a los hijos de sus dominios universales. Hay una grandeza infinita y una generosidad inexpresable relacionadas con la majestuosidad de su amor que lo hace anhelar su vinculación con todos los seres creados capaces de comprenderlo, amarlo o acercarse a él; y son, por lo tanto, vuestras propias limitaciones, inseparables de vuestra persona finita y de vuestra existencia material, las que determinan el momento y el lugar y las circunstancias en las que podréis lograr el objetivo del viaje de ascensión de los mortales: encontraros en la presencia del Padre, en el centro de todas las cosas.
5:1.3 (63.1) Aunque para acercaros a la presencia del Padre en el Paraíso tenéis que esperar a alcanzar los niveles finitos más elevados en vuestro progreso espiritual, debe regocijaros saber que tenéis siempre presente la posibilidad de vuestra comunión inmediata con el espíritu otorgado por el Padre, que tan íntimamente está unido a la interioridad de vuestra alma y a vuestro yo, a un yo en camino de espiritualización.
5:1.4 (63.2) Los mortales del tiempo y del espacio pueden diferir enormemente en cuanto a sus capacidades innatas y a sus dotes intelectuales, pueden disfrutar de entornos excepcionalmente favorables para avanzar socialmente y progresar moralmente, o bien pueden sufrir la carencia casi total de ayuda humana para cultivarse y presumiblemente avanzar en las artes de la civilización; pero las posibilidades de progresar espiritualmente en la andadura ascendente son iguales para todos; es posible alcanzar niveles crecientes de percepción espiritual y de contenidos cósmicos con independencia de cualquier diferencia socio-moral debida a los diversos ambientes materiales de los mundos evolutivos.
5:1.5 (63.3) Cualesquiera que sean las diferencias entre los mortales de Urantia en cuanto a oportunidades y talentos intelectuales, sociales, económicas e incluso morales, no olvidéis que la dote espiritual es uniforme y única. Todos disfrutan de la misma presencia divina del don procedente del Padre y todos tienen igual privilegio para lograr una comunión personal íntima con este espíritu interior de origen divino, del mismo modo que todos disponen asimismo de la facultad para aceptar la dirección espiritual y homogénea de estos mentores misteriosos.
5:1.6 (63.4) Si el hombre mortal está espiritualmente motivado y consagrado incondicionalmente al cumplimiento de la voluntad del Padre, entonces, puesto que está tan cierta y efectivamente dotado por el modelador divino que habita en su interior, no puede dejar de tomar forma en la vivencia de ese ser la conciencia sublime de conocer a Dios y la excelsa seguridad de sobrevivir con el propósito de encontrarle, al hacerse progresivamente cada vez más semejante a él.
5:1.7 (63.5) En el hombre mora espiritualmente un modelador del pensamiento que le sobrevive. Si la mente de este hombre está sincera y espiritualmente motivada, si su alma humana desea conocer a Dios y parecerse a él, si con franqueza desea hacer la voluntad del Padre, no existirá ninguna influencia negativa debida a carencias humanas ni a posible interferencia de carácter positivo que impida que dicha alma, así motivada de forma divina, ascienda con seguridad hasta las puertas del Paraíso.
5:1.8 (63.6) El Padre desea que todas sus criaturas estén en comunión personal con él. Él tiene un lugar en el Paraíso para recibir a todos aquellos cuyo estatus de supervivencia y cuya naturaleza espiritual les posibilite tal logro. Por ello, fijad en vuestra filosofía de una vez y para siempre lo siguiente: para cada uno de vosotros y para todos nosotros, Dios es accesible, el Padre es alcanzable, el camino está abierto; las fuerzas del amor divino y los modos y los medios bajo dirección divina están implicados en un esfuerzo conjunto a fin de facilitar el avance a cualquier inteligencia digna, de cualquier universo, hasta la presencia del Padre Universal en el Paraíso.
5:1.9 (63.7) El hecho de que se necesite un inmenso período de tiempo para llegar a Dios no hace menos real la presencia y la persona del Infinito. En vuestro ascenso tomáis la vía circulatoria de los siete suprauniversos y, aunque rotéis a su alrededor un número incalculable de veces, podéis esperar, en espíritu y en estatus, girar siempre hacia el interior. Podéis contar con que seréis trasladados de esfera en esfera, desde las vías circulatorias exteriores, cada vez más cerca del centro interno y algún día, no lo dudéis, os encontraréis ante la presencia divina y central y la veréis, figuradamente hablando, frente a frente. Es cuestión de alcanzar niveles espirituales verdaderos y reales; y puede alcanzar estos niveles espirituales cualquier ser en el que haya morado un mentor misterioso y que, con posterioridad, se haya fusionado para la eternidad con este modelador del pensamiento.
5:1.10 (64.1) El Padre no se oculta espiritualmente, pero muchas de sus criaturas se han ocultado en las brumas de la obstinación de sus propias decisiones y, por el momento, se han separado de la comunión con su espíritu y con el espíritu de su Hijo; criaturas que han elegido sus propios caminos de perversión y han consentido la arrogancia de sus mentes intolerantes y de sus naturalezas no espirituales.
5:1.11 (64.2) Mientras conserve su facultad de elegir, el hombre mortal puede acercarse a Dios o puede, repetidas veces, no aceptar la voluntad divina. La suerte final del hombre no acontece hasta que haya perdido la facultad de elegir la voluntad del Padre. El corazón del Padre jamás se cierra a la necesidad y solicitud de sus hijos. Solo son sus vástagos los que cierran su corazón para siempre al poder de atracción del Padre cuando, finalmente y para siempre, pierden el deseo de hacer su divina voluntad: conocerlo y semejarse a él. Asimismo, el hombre se asegura su eterno destino al fusionarse con el modelador, el cual proclama al universo que ese ascendente ha hecho la elección final e irrevocable de vivir la voluntad del Padre.
5:1.12 (64.3) Dios, en su grandeza, contacta directamente con la mente del hombre mortal y le da una parte de su infinito, eterno e incomprensible ser, para que viva y more dentro de él. Dios se ha embarcado con el hombre en la aventura eterna. Si os rendís a las fuerzas espirituales que están en vosotros y a vuestro alrededor, alcanzaréis, sin temor al fracaso, el elevado destino establecido por un Dios amoroso como meta universal para las criaturas que ascienden desde los mundos evolutivos del espacio.
2. LA PRESENCIA DE DIOS
5:2.1 (64.4) La presencia física del Infinito constituye la realidad del universo material. La presencia mental de la Deidad debe determinarse por la profundidad de la experiencia intelectual individual y por el nivel evolutivo del ser personal. Debe haber, necesariamente, diferencias en cuanto a la presencia espiritual de la Divinidad en el universo. Se determina por la capacidad de receptividad espiritual y por el grado de consagración de la voluntad de la criatura al cumplimiento de la voluntad divina.
5:2.2 (64.5) Dios vive en cada uno de sus hijos nacidos del espíritu. Los Hijos del Paraíso siempre tienen acceso a la presencia de Dios, a “la derecha del Padre”, y todos sus seres personales creaturales tienen acceso al “seno del Padre”. Esto alude a la vía circulatoria del ser personal, donde quiera, cuando quiera y como quiera que se le contacte, o conlleva además un contacto consciente y personal y una comunión con el Padre Universal, ya sea en la morada central o en algún otro lugar determinado, como por ejemplo en una de las siete esferas sagradas del Paraíso.
5:2.3 (64.6) Sin embargo, no es posible descubrir la presencia divina en parte alguna de la naturaleza ni incluso en las vidas de los mortales que conocen a Dios, de forma tan plena y cierta como cuando tratáis entrar en comunión con el mentor misterioso interior, con el modelador del pensamiento del Paraíso. ¡Qué error soñar con un Dios en la lejanía de los cielos cuando el espíritu del Padre Universal vive dentro de vuestra propia mente!
5:2.4 (64.7) Debido a esa fracción de Dios que mora en vosotros, podéis esperar, según progresáis en armonía con la dirección espiritual del modelador, discernir con mayor plenitud la presencia y el poder transformador de esas otras influencias espirituales que os rodean e inciden en vosotros, pero que no obran como parte integrante de vosotros. El hecho de que intelectualmente no seáis conscientes de un contacto estrecho e íntimo con el modelador interior no niega, en lo más mínimo, tan excelsa vivencia. La naturaleza y la magnitud de los frutos del espíritu que se producen en la experiencia vital del creyente constituyen plenamente la prueba de vuestra fraternidad con el modelador divino. “Por sus frutos los conoceréis”.
5:2.5 (65.1) Es extremadamente difícil para la mente material del hombre mortal, poco espiritualizada, tener una marcada conciencia de la actividad espiritual de unas entidades divinas como los modeladores del Paraíso. A medida que el alma, creada conjuntamente por la mente y el modelador, conforma su progresiva existencia, evoluciona además una nueva faceta de la conciencia del alma, capaz de sentir la presencia de los mentores misteriosos y de reconocer su guía espiritual y su acción supramaterial.
5:2.6 (65.2) Experimentar una completa comunión con el modelador presupone condición moral, motivación mental y experiencia espiritual. Es en el ámbito de la conciencia del alma donde principalmente, aunque no exclusivamente, se percibe tal logro, pero las pruebas se producen en abundancia al manifestarse los frutos del espíritu en la vida de todos los que toman contacto con ese espíritu morador.
3. LA VERDADERA ADORACIÓN
5:3.1 (65.3) Aunque las Deidades del Paraíso, desde el punto de vista universal, son como una sola, en sus relaciones espirituales con seres como los que habitan Urantia son también tres personas distintas y separadas. Existen diferencias en las Deidades en lo que se refiere a peticiones personales, comunión y a otras relaciones personales. En el sentido más elevado, adoramos al Padre Universal y solamente a él. Ciertamente, podemos adorar y adoramos al Padre según se manifiesta en sus hijos creadores, pero es al Padre, directa o indirectamente, a quien adoramos y rendimos culto.
5:3.2 (65.4) Todas las clases de súplicas pertenecen al entorno del Hijo Eterno y de su servicio espiritual. Las oraciones, cualquier petición convencional, todo salvo rendir culto y adorar al Padre Universal, son cuestiones que conciernen al universo local; normalmente, no sobrepasan el ámbito jurisdiccional del hijo creador. Pero la adoración se encauza y se envía a la persona del Creador mediante la vía circulatoria del ser personal del Padre. Creemos además que tal constatación del homenaje de la criatura en quien habita un modelador se facilita por la presencia del espíritu del Padre. Existe una enorme cantidad de pruebas que corroboran tal suposición, y yo sé que todos los órdenes de fracciones del Padre están facultados para dejar la adecuada constancia en la presencia del Padre Universal de la genuina adoración de sus tutorados. Los modeladores, sin duda alguna, utilizan también canales prepersonales directos de comunicación con Dios e, igualmente, pueden utilizar las vías circulatorias de la gravedad espiritual del Hijo Eterno.
5:3.3 (65.5) La adoración tiene su propio motivo; la oración incorpora un elemento de interés para sí mismo como criatura; esa es la gran diferencia entre adoración y oración. La adoración verdadera no comporta en absoluto ninguna petición para uno mismo ni ningún otro elemento de interés personal; simplemente adoramos a Dios por lo que comprendemos que él es. Al adorar no se pide ni se espera nada para el que adora. No adoramos al Padre porque podamos recibir algo de tal veneración; le rendimos esta devoción y realizamos esta adoración por una reacción espontánea y natural cuando reconocemos la incomparable persona del Padre y por su naturaleza amorosa y sus adorables atributos.
5:3.4 (65.6) En el momento en que se introduce el elemento del interés personal en la adoración, en ese instante, la devoción se traduce de adoración a oración y debería dirigirse más propiamente a la persona del Hijo Eterno o del hijo creador. Pero, en la experiencia religiosa ordinaria, no existe ninguna razón por la que la oración no deba dirigirse a Dios Padre como parte de la adoración verdadera.
5:3.5 (66.1) Cuando tratáis asuntos ordinarios de vuestra vida diaria, estáis en las manos de los seres personales espirituales que provienen de la Tercera Fuente y Centro; estáis cooperando con las instancias intermedias del Actor Conjunto. Y así pues: adoráis a Dios, oráis y estáis en íntima comunión con el Hijo y resolvéis los detalles de vuestra permanencia terrenal en conexión con las inteligencias del Espíritu Infinito, que operan en vuestro mundo y en todo vuestro universo.
5:3.6 (66.2) Los hijos creadores o soberanos que presiden los destinos del universo local están en lugar del Padre Universal y del Hijo Eterno del Paraíso. Estos Hijos de los universos reciben, en el nombre del Padre, el culto de adoración y oyen los ruegos y peticiones de sus creyentes en cada una de las creaciones respectivas. Para los hijos de un universo local, un hijo miguel es, en la práctica, para cualquier fin y propósito, Dios. Él es la personificación del Padre Universal y del Hijo Eterno en el universo local. El Espíritu Infinito mantiene un contacto personal con los hijos de estos mundos a través de los llamados “Espíritus del universo”, un grupo de colaboradores gobernativos y creativos de los hijos creadores del Paraíso.
5:3.7 (66.3) La adoración sincera implica la modificación de todas las capacidades de la persona humana bajo el dominio del alma evolutiva y la sujeción a la dirección divina del modelador del pensamiento a ella vinculada. La mente, materialmente limitada, jamás puede volverse totalmente consciente del significado real de la adoración verdadera. Es el grado de desarrollo de su alma inmortal evolutiva el que determina, principalmente, la cognición del hombre en cuanto a la realidad de la vivencia de la adoración. El crecimiento espiritual del alma tiene lugar totalmente independiente de la propia conciencia intelectual.
5:3.8 (66.4) La experiencia de la adoración es el sublime afán del modelador que nos acompaña a fin de comunicar al Padre divino los inexpresables anhelos y las inenarrables aspiraciones del alma humana, creación conjunta de la mente mortal que busca a Dios y del modelador inmortal que lo revela. La adoración es, pues, el acto de la mente material que aprueba el intento de su yo que se espiritualiza, bajo la guía del espíritu a ella vinculado, de comunicarse con Dios como hijo de fe del Padre Universal. La mente mortal consiente en adorar; el alma inmortal anhela e inicia la adoración; la presencia del modelador divino dirige tal adoración en nombre de la mente mortal y del alma inmortal evolutiva. En última instancia, la adoración verdadera se convierte en una experiencia que se lleva a efecto en cuatro niveles cósmicos: el intelectual, el morontial, el espiritual y el personal: la conciencia de la mente, del alma y del espíritu, y su unificación en la persona.
4. DIOS EN LA RELIGIÓN
5:4.1 (66.5) La moral de las religiones evolutivas impulsa a los hombres a avanzar en la búsqueda de Dios motivados por el poder del temor. Las religiones reveladas incitan a los hombres a buscar a un Dios de amor porque anhelan hacerse semejantes a él. Pero la religión no es meramente un sentimiento pasivo de “dependencia absoluta” y de “certidumbre de supervivencia”; es una experiencia viva y dinámica que busca alcanzar la divinidad basada en el servicio a la humanidad.
5:4.2 (66.6) El gran servicio inmediato de la verdadera religión consiste en establecer una unidad perdurable en la experiencia humana, una paz duradera y una profunda seguridad. En el hombre primitivo, el mismo politeísmo es una unificación relativa del concepto evolutivo de la Deidad; el politeísmo es monoteísmo en proceso de formación. Tarde o temprano, Dios está destinado a aprehenderse como la realidad de los valores, la sustancia de los contenidos y la vida de la verdad.
5:4.3 (67.1) Dios no se limita a determinar el destino; él es el destino eterno del hombre. Toda la actividad humana no religiosa procura someter el universo al servicio deformador del yo; los verdaderos creyentes buscan identificar su yo con el universo, para luego dedicar la actuación de este yo unificado al servicio de la familia universal de sus semejantes, humanos y sobrehumanos.
5:4.4 (67.2) Los campos de la filosofía y del arte están a medio camino entre la actividad religiosa y la actividad no religiosa del ser humano. A través del arte y la filosofía, el hombre de mente material se ve llevado a la contemplación de las realidades espirituales y de los valores con contenido eterno del universo.
5:4.5 (67.3) Todas las religiones enseñan la adoración de la Deidad y alguna doctrina para la salvación humana. La religión budista promete salvar del sufrimiento: una paz sin fin; la religión judía promete salvar de las dificultades: una prosperidad basada en la rectitud; la religión griega prometía salvar de la desarmonía, la fealdad, mediante la cognición de la belleza; el cristianismo promete salvar del pecado: la santidad; el mahometismo ofrece la liberación de las rigurosas normas morales del judaísmo y del cristianismo. La religión de Jesús es la salvación del yo, libera a las criaturas de los males del aislamiento en el tiempo y en la eternidad.
5:4.6 (67.4) Los hebreos basaban su religión en la bondad; los griegos, en la belleza; las dos religiones buscaban la verdad. Jesús reveló un Dios de amor, y el amor abarca en su totalidad la verdad, la belleza y la bondad.
5:4.7 (67.5) Los zoroástricos tenían una religión de moral; los hindúes, una religión de metafísica; los confucionistas, una religión de ética. Jesús vivió una religión de servicio. Todas estas religiones son valiosas en cuanto que son aproximaciones válidas a la religión de Jesús. La religión está destinada a convertirse en la realidad de la unificación espiritual de todo lo que es bueno, bello y verdadero en la experiencia humana.
5:4.8 (67.6) La religión griega tenía la máxima “conócete a ti mismo”; los hebreos centraban su doctrina en “conoce a tu Dios”; los cristianos predican un evangelio que tiene por objeto el “conocimiento del Señor Jesucristo”; Jesús proclamó la buena nueva de “conoce a Dios y conócete a ti mismo como hijo de Dios”. Estos diferentes conceptos sobre el propósito de la religión determinan la actitud de la persona en distintas situaciones de la vida, y prefiguran la profundidad de la adoración y la naturaleza de los hábitos personales de la oración. Se puede determinar el estatus espiritual de cualquier religión por la naturaleza de sus oraciones.
5:4.9 (67.7) El concepto de un dios semihumano y celoso es una transición inevitable entre el politeísmo y el sublime monoteísmo. El nivel más elevado que puede alcanzar una religión puramente evolutiva es un excelso antropomorfismo. El cristianismo ha elevado el concepto de antropomorfismo desde el ideal humano hasta el concepto supremo y divino de la persona del Cristo glorificado. Y este es el antropomorfismo más elevado que el hombre pueda jamás concebir.
5:4.10 (67.8) El concepto cristiano de Dios intenta combinar tres enseñanzas separadas:
5:4.11 (67.9) 1. El concepto hebreo: Dios como defensor de los valores morales, un Dios justo.
5:4.12 (67.10) 2. El concepto griego: Dios como unificador, un Dios de sabiduría.
5:4.13 (68.1) 3. El concepto de Jesús: Dios como amigo vivo, un Padre amoroso, la presencia divina.
5:4.14 (68.2) Por ello, debe ser evidente que una teología cristiana compuesta se encuentre con grandes dificultades para conseguir ser coherente. Esta dificultad se agrava aún más por el hecho de que, por lo general, las doctrinas del cristianismo primitivo se basaban en la experiencia religiosa de tres personas diferentes: Filo de Alejandría, Jesús de Nazaret y Pablo de Tarso.
5:4.15 (68.3) Cuando examinéis la vida religiosa de Jesús, consideradlo positivamente. No penséis tanto en su falta de pecado como en su rectitud, en su servicio amoroso. Jesús superó el amor pasivo que el concepto hebreo del Padre celestial impartía, por el afecto más elevado y mucho más activo y amoroso de un Dios que es el Padre de todo ser, incluso del infractor.
5. LA CONCIENCIA DE DIOS
5:5.1 (68.4) La moral tiene su origen en la razón de la conciencia propia; es supraanimal pero completamente evolutiva. La evolución humana engloba, en su despliegue, todas las dotes que anteceden a la dádiva de los modeladores y al derramamiento del espíritu de la verdad. Sin embargo, alcanzar niveles morales no libera al hombre de las luchas reales de la vida mortal. El ambiente físico del hombre conlleva la lucha por la existencia; el entorno social necesita modificaciones éticas; las situaciones morales exigen que se tomen decisiones en los ámbitos más elevados de la razón; la experiencia espiritual (el haber comprendido a Dios) requiere que el hombre lo encuentre y se esfuerce sinceramente por parecerse a él.
5:5.2 (68.5) La religión no se funda en los hechos de la ciencia ni en las obligaciones de la sociedad ni en las hipótesis de la filosofía ni en los deberes que la moral conlleva. La religión es un ámbito aparte de la respuesta humana a las situaciones de la vida y aparece, de forma indefectible, en todas las etapas posmorales del desarrollo humano. La religión impregna los cuatro niveles relativos a la percepción de los valores y al gozo de la fraternidad universal: el nivel físico o material de conservación de uno mismo, el nivel social o emocional de la fraternidad, el nivel de la razón moral o del deber y el nivel espiritual de la conciencia de la fraternidad universal a través de la adoración divina.
5:5.3 (68.6) El científico que investiga los hechos concibe a Dios como la primera causa, un Dios de fuerza. El artista emotivo ve a Dios como el ideal de la belleza, un Dios de la estética. El filósofo razonador a veces tiende a presuponer la existencia de un Dios de unidad universal, similar a una deidad panteísta. El devoto religioso que tiene fe cree en un Dios que estimula a la supervivencia, en el Padre que está en los cielos, en el Dios de amor.
5:5.4 (68.7) La conducta moral siempre precede a la religión evolutiva y es incluso una parte de la religión revelada, aunque nunca el total de la experiencia religiosa. El servicio social es el resultado del pensamiento moral y de la vida religiosa. La moral no conduce biológicamente a los niveles espirituales superiores de la experiencia religiosa. El rendir culto a la belleza abstracta no es adorar a Dios, como tampoco adorar a Dios es exaltar la naturaleza o reverenciar la unidad.
5:5.5 (68.8) La religión evolutiva es la madre de la ciencia, del arte y de la filosofía que elevaron al hombre a un nivel en el que es receptivo a la religión revelada, incluyendo la dádiva de los modeladores y la venida del espíritu de la verdad. El panorama evolutivo de la existencia humana empieza y termina con la religión, aunque se trate de clases muy diferentes de religión: una evolutiva y biológica, la otra revelada y periódica. Y, así, aunque la religión es para el hombre normal y natural, es también voluntaria. El hombre no ha de ser religioso en contra de su voluntad.
5:5.6 (69.1) La mente material no puede nunca alcanzar a comprender del todo la experiencia religiosa, al ser esta esencialmente espiritual; de ahí la labor de la teología, de la psicología de la religión. La doctrina fundamental respecto a la conciencia humana de Dios crea una paradoja en la comprensión finita. Es casi imposible para la lógica humana y para la razón finita armonizar el concepto de la inmanencia divina, de un Dios interior que forma parte de la persona, con la idea de la trascendencia de Dios, de la dominación divina del universo de los universos. Estos dos conceptos esenciales de la Deidad deben unificarse, alcanzando a comprender por la fe el concepto de la trascendencia de un Dios personal y percibiendo la presencia moradora de una fracción de ese Dios, a fin de justificar el culto inteligente y validar la esperanza de la supervivencia de la persona. Las dificultades y paradojas de la religión son consustanciales al hecho de que sus realidades sobrepasan por completo la capacidad de comprensión intelectual de los mortales.
5:5.7 (69.2) El hombre mortal consigue tres grandes satisfacciones de la experiencia religiosa, incluso en los días de su permanencia temporal en la tierra:
5:5.8 (69.3) 1. Intelectualmente adquiere la satisfacción de una conciencia humana más unificada.
5:5.9 (69.4) 2. Filosóficamente disfruta de la confirmación de sus ideales de los valores morales.
5:5.10 (69.5) 3. Espiritualmente prospera en la experiencia de la compañía divina, en las satisfacciones espirituales de la verdadera adoración.
5:5.11 (69.6) La conciencia de Dios, como la experimenta un mortal en evolución de los mundos, debe consistir en tres factores variables, tres niveles diferenciados respecto a la aprehensión de la realidad. Primero, está la conciencia de la mente: la cognición de la idea de Dios. Luego, le sigue la conciencia del alma: la apreciación del ideal de Dios. Finalmente, surge la conciencia del espíritu: el reconocimiento de la realidad espiritual de Dios. Mediante la unificación de estos factores que integran la percepción de lo divino, por muy incompletos que sean, el ser personal humano siempre considerará conscientemente a Dios como una persona. En aquellos mortales que han alcanzado el colectivo final, todo esto conducirá con el tiempo al reconocimiento de la supremacía de Dios y puede posteriormente concluir también en el reconocimiento de la ultimidad de Dios, una faceta de la supraconciencia absonita del Padre del Paraíso.
5:5.12 (69.7) La vivencia de la conciencia de Dios es la misma de generación en generación, pero con los adelantos de cada época en conocimiento humano, el concepto filosófico y las definiciones teológicas de Dios deben cambiar. La percepción de Dios, o la conciencia religiosa, es una realidad del universo, pero por muy válida (real) que sea la experiencia religiosa, debe estar disponible para someterse a la crítica inteligente y a una interpretación filosófica razonable; se ha de intentar que no sea un elemento aislado de la totalidad de la experiencia humana.
5:5.13 (69.8) La supervivencia eterna del ser personal depende totalmente de la elección de la mente mortal, cuyas decisiones determinan el potencial de supervivencia del alma inmortal. Cuando la mente cree en Dios y el alma conoce a Dios, y, cuando, con el estímulo del modelador, todos desean a Dios, se asegura entonces la supervivencia. Ni las limitaciones intelectuales ni las restricciones educativas ni la privación de la cultura ni el empobrecimiento de la condición social, ni siquiera unos principios morales inferiores como resultado de una desafortunada privación de oportunidades educativas, culturales o sociales, pueden invalidar la presencia del espíritu divino en seres tan desafortunados y tan limitados humanamente, y que son creyentes, no obstante. La morada interior del mentor misterioso constituye el inicio y asegura la posibilidad del potencial de crecimiento y de la supervivencia del alma inmortal.
5:5.14 (70.1) La capacidad de procrear de los padres mortales no se basa en su situación económica, social, cultural o educativa. La unión de factores parentales bajo condiciones naturales es más que suficiente para dar comienzo a la descendencia. Una mente humana que discierna entre el bien y el mal y que posea la capacidad de adorar a Dios, en unión con un modelador divino, es todo lo que se requiere de ese mortal para dar comienzo y estimular la formación en su alma inmortal de las cualidades de la supervivencia, si ese ser espiritualmente dotado busca a Dios y sinceramente desea llegar a ser como él y elige, con franqueza, hacer la voluntad del Padre que está en los cielos.
6. EL DIOS DEL SER PERSONAL
5:6.1 (70.2) El Padre Universal es el Dios de los seres personales. El ámbito del ser personal en el universo, desde la más modesta criatura material y mortal de estatus personal hasta las personas más elevadas que gozan de dignidad como creadores y condición divina, tiene su centro y circunferencia en el Padre Universal. Es el Dios Padre, el dador y preservador de todo ser personal. Y el Padre del Paraíso es asimismo el destino de todos los seres personales finitos que eligen con franqueza hacer la voluntad divina, de aquellos que aman a Dios y anhelan ser como él.
5:6.2 (70.3) El ser personal es uno de los misterios no resueltos de los universos. Podemos concebir satisfactoriamente los factores que componen los varios órdenes y niveles del ser personal, pero no comprendemos del todo la naturaleza real del ser personal. Percibimos con claridad los numerosos elementos que, una vez reunidos, constituyen el vehículo del ser personal humano, pero no comprendemos del todo la naturaleza y relevancia de tal finito ser personal.
5:6.3 (70.4) El ser personal está en potencia en todas las criaturas dotadas de mente, desde las que poseen un mínimo de conciencia de sí mismas hasta un máximo de conciencia de Dios. Pero la dotación de la mente, por sí sola, no constituye el ser personal ni lo es el espíritu ni la energía física. El ser personal es una cualidad y un valor de la realidad cósmica que el Dios Padre, en exclusividad, otorga a estos sistemas vivos de energías vinculadas y coordinadas de la materia, de la mente y del espíritu. El ser personal no se logra de forma progresiva. El ser personal puede ser material o espiritual, pero el ser personal existe o no existe. Lo distinto de lo personal nunca alcanza el nivel del ser personal salvo por la acción directa del Padre del Paraíso.
5:6.4 (70.5) La dádiva del ser personal es labor exclusiva del Padre Universal; es la adscripción de cualidades personales a los sistemas vivos energéticos a los que dota con los atributos de una relativa conciencia creativa y la potestad sobre estos mediante la libre voluntad. No hay nada personal aparte del Dios Padre y no existe nada personal sino por el Dios Padre. Los atributos fundamentales del yo humano, así como el modelador absoluto, núcleo del ser personal humano, son dádivas del Padre Universal cuando actúa en el exclusivo ámbito personal de su ministerio cósmico.
5:6.5 (70.6) Los modeladores de condición prepersonal habitan en numerosos tipos de criaturas mortales, asegurando así que estos mismos seres puedan sobrevivir a la muerte del cuerpo para hacerse personales como criaturas morontiales con el potencial de lograr espiritualmente lo último. Porque, cuando una fracción del espíritu del Dios Eterno, la dádiva prepersonal del Padre personal, mora en la mente de una criatura personal, ese ser personal finito posee entonces el potencial de lo divino y de lo eterno y aspira a un destino semejante al Último, incluso tendiendo a reconocer el Absoluto.
5:6.6 (71.1) La capacidad para el ser personal divino es inherente en el modelador prepersonal; la capacidad para el ser personal humano existe en potencia en su dote de mente cósmica. Pero el ser personal experiencial del hombre mortal no es observable como realidad activa y operativa hasta después de que el vehículo de la vida material de la criatura mortal haya sido tocado por la divinidad liberadora del Padre Universal, siendo así lanzado a los mares de la experiencia como ser personal consciente de sí mismo y con una (relativa) determinación y creatividad propias. El yo material es verdadera e incondicionalmente personal.
5:6.7 (71.2) El yo material posee ser personal e identidad, identidad temporal; el modelador espiritual prepersonal también posee identidad, identidad eterna. Este ser personal material y este ser prepersonal espiritual son capaces de unir sus atributos creativos para dar nacimiento a la identidad superviviente del alma inmortal.
5:6.8 (71.3) Habiendo contribuido de esta manera al crecimiento del alma inmortal y habiendo liberado al yo interior del hombre de las ataduras que lo hacían depender absolutamente de la causalidad antecedente, el Padre se aparta. Así, al haberse, pues, liberado el hombre de las ataduras de su reacción a la causalidad, al menos en lo que concierne al destino eterno, y al haberse provisto de los medios para el crecimiento del yo inmortal, del alma, depende de la voluntad del hombre mismo crear o inhibir la creación de ese yo superviviente y eterno que es suyo por elección. Ningún otro ser ni fuerza ni creador ni instancia intermedia, en todo el amplio universo de los universos, puede interferir, de manera alguna, en la absoluta soberanía de la libre voluntad de los mortales, tal como esta opera en los reinos de la elección, en relación al destino eterno de la persona del mortal que toma elecciones. En lo que concierne a la supervivencia eterna, Dios ha decretado que la voluntad material y humana sea soberana, y dicho decreto es absoluto.
5:6.9 (71.4) La dádiva del ser personal creatural confiere una relativa liberación de la respuesta servil a la causalidad antecedente, y los seres personales de todos estos seres morales, evolutivos o de otro orden, tienen su centro en el ser personal del Padre Universal. Siempre se sienten atraídos hacia la presencia del ser personal del Padre del Paraíso por esa afinidad entre ambos seres personales, que constituye el inmenso y universal círculo familiar y la vía fraternal del Dios Eterno. Existe una espontánea afinidad divina en toda persona.
5:6.10 (71.5) La vía circulatoria del ser personal del universo de los universos se centra en la persona del Padre Universal, y el Padre del Paraíso es personalmente consciente de los seres personales de todos los niveles de existencia con conciencia propia, que se ven personalmente tocados por él. Y esta conciencia personal de toda la creación existe con independencia de la misión de los modeladores del pensamiento.
5:6.11 (71.6) Al igual que toda la gravedad se encauza en la Isla del Paraíso y toda mente se encauza en el Actor Conjunto y todo espíritu se encauza en el Hijo Eterno, todo ser personal se encauza en la presencia personal del Padre Universal, y esta vía circulatoria transmite indefectiblemente la adoración de todos los seres personales al Ser Personal Primigenio y Eterno.
5:6.12 (71.7) Con respecto a aquellos seres personales no habitados por un modelador, también el Padre Universal les ha otorgado el atributo de la libertad de elección, y tales personas están asimismo incluidas en la gran vía circulatoria del amor divino, en la vía del Padre Universal por donde circula el ser personal. Dios concede soberanía de elección a todo genuino ser personal. No se puede forzar a ninguna criatura personal a emprender la aventura eterna; las puertas de la eternidad se abren tan solo en respuesta a la libre decisión de los hijos dotados de libre voluntad del Dios de la libre voluntad.
5:6.13 (72.1) Y esto constituye mis esfuerzos para exponer la relación del Dios vivo con los hijos del tiempo. Y, cuando todo está dicho y hecho, no puedo hacer nada más provechoso que reiterar que Dios es vuestro Padre en el universo y que todos vosotros sois sus hijos planetarios.
5:6.14 (72.2) [Este es el quinto y último escrito de la serie en la que se presenta la narración del Padre Universal de parte de un consejero divino de Uversa.]